miércoles, 23 de mayo de 2018

Lo que pasa



Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo 
como un fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.

Juan Gelman

domingo, 5 de noviembre de 2017



"Ya 
casi 
es hora 
de 
que 
empiece 

dedicarte 
mi insomnio"

sábado, 8 de julio de 2017

Adiós

Como casi nunca, mi alma tomó mi cuerpo antes de la hora programada. Tal vez sea la rutina. Levantarse, ir camino al trabajo, trabajar, salir del trabajo, ir camino a casa y echarme a dormir. Todo para comenzar de nuevo. Hoy rompí la rutina, una sonrisa extraña me hace la señal desde el techo y no puedo dejar de pensar en cómo todas las cosas hermosas, si se van o se acaban, terminan desgarrándote lo más recóndito del alma. Y cómo duele el dolor, la fiebre que hoy me aqueja se siente como el mismo infierno, como si hubiera sido víctima de un castigo de cien azotes en la espalda. Y en medio de todo este ardor, recuerdo las más sublimes caricias que, en su momento, curaron mis heridas. Ahora, oculta en este infierno que yo elegí como hogar, sigo mirando el techo, mientras estiro los brazos solo para alcanzar esa sonrisa que parece ser mía, pero no lo es... al menos ya no.
Soy en extremo reservada, por eso recurro a ti para que recibas estas letras, las protejas con la discreción que merecen las confesiones. ¿Cuál es mi confesión?, me preguntas a través de esta página en blanco... pues, mi confesión: el dolor, la tristeza y las lágrimas que han superado mi capacidad de resistir . He querido vivir plenamente, dejé mi lugar de nacimiento solo para limpiar mi alma, mi espíritu y aprender cosas nuevas. Pero el amor, que en muchas ocasiones me ha sido esquivo, no dejó que me vaya sin haber recibido su marca. En el poco tiempo que estuve en esta ciudad que aún no me pertenece, mi dolor era un animal pequeño que solo me molestaba cuando tenía hambre de recuerdos. Me acompañaba a donde fuera, siempre con la sonrisa final de la persona que he amado. Ahora, es una bestia que me quita todos los días la dicha de haber vivido gratos momentos y vomita sobre mí solo el despojo de ellos, como queriendo verme llorar, desesperada por recuperar cada sonrisa robada. ¿Cuándo podré, entonces, conservar la sonrisa? ¿Cuándo el amor podrá salvarme?... Son cuestiones que palpitan en mi cabeza, deseosos de encontrar sabias respuestas de la boca del ser que amo. Porque en medio de todo este cúmulo de desconfianza con los que sus actos me marcaron, lo amo. Su voz grabada en mi memoria todavía dice mi nombre. Sus gestos, su alegría, el olor de su piel, son obsequios que la distancia no ha podido arrebatarme aún y, sin embargo, hay una sombra que se posa sobre todo ello, adopta la forma del ser que amo y me golpea con cada equivocación que tuvo en el pasado. Herida en mi amor propio, lo miro a los ojos y decido marchar. 
Despierto. Todo este tiempo estuve mirando el techo con los brazos en alto, como queriendo abrazar aquella sonrisa que todo este tiempo fue de él y que se hizo mía.
Adiós.









sábado, 8 de abril de 2017

Destierro

Enjuaga tu alma. Los días de evidencias y descubrimientos ya han terminado, han dejado de hacerte efecto, anestesiaron tu músculo hueco. Viviste de cerca lo caótico del amor, lloraste en silencio a causa de lenguas afiladas, te hiciste a un lado y de lejos... desde una ciudad extraña... decidiste decir adiós. No fue fácil... lo sé por la cantidad de libros sin leer que dejaste al filo de tu cama, como si fueran hojas que quieres dejar secar bajo el sol. Te miro, mi pequeña Durazno Sangrando, y pienso que no deberías lastimarte así a través de los objetos que aguardan por ti, ávidos de que les brindes aquella extraña caricia que solo tus dedos y tu nariz pueden darle. Recuerda, tus libros han sabido dejarte marcas que nunca dolerán.
Por eso, destierra ese amor desmesurado, arráncalo de tu piel. Llénale la maleta con todas las mentiras y excusas absurdas que solía darte, cómprale un boleto con rumbo a los amores fáciles y que busque asilo en su circo de frivolidades. Que haga lo que tenga que hacer, mi pequeña Durazno Sangrando, mientras tú agarras ese libro que dejaste de leer y te tomas un buen café sin buscar ni esperar nada que no provenga de tu propio ser... de tu propia piel... de mí que soy en ti.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Catarsis II

Mientras tengo las vías respiratorias inflamadas a causa de los ácaros que inhalo. Mientras respiro a duras penas y el sonido agudo de lo que parece ser un gato dentro de mi pecho está a punto de morir. Mientras observo a mi fiel amiga de cuatro patas, mi pequeña elfo doméstico, cazando ratones en la casa... pienso en las palabras de mi padre, pienso en la fortaleza que me dan sus palabras, pienso en los nudos que he desatado al contarle algo de mí.
No soy madre, pero mi imaginación y mi empatía son poderosas. Y con estas herramientas mentales, sé que ver llorar a un hijo no debe ser fácil.

He querido alejar los dolores de ti, padre y madre. He querido ahorrarte, padre y madre, el dolor de mi dolor durante mucho tiempo. Porque para eso, padre y madre, me criaste... para ser una mujer fuerte, capaz de resolver mis "n" problemas. Por eso me aparto de ti, padre... y de ti, madre, cuando tengo que desatar los nudos que se enredan en mi pecho y se extienden hasta mi azulada garganta, hasta mi laberinto cabeza, hasta mis oídos estéreo, hasta toda yo; convirtiéndome en una maraña de miedos, de terribles fobias.
Pero el tiempo pasa, y comprendo que tengo derecho al abrazo y al beso, mientras lloro en tu regazo, papá y mamá. Pero también lucho, lucho con aquella imagen de tu dolor, padre y madre, de ver el mío arder. Entonces, siento que no debo lastimar su amor por mí y dejo que sigan teniendo aquella imagen de la que, ahora, es su hija que llora. Sin dramas, siempre sin dramas. Solo llora por el afán de querer expulsar cierta impotencia, porque hay cosas por las que no puedo tener total control. Cuando pasa eso, papi y mami, me reservo el derecho a un par de lágrimas y a ese deporte infantil, el de querer correr hacia ustedes, darles las quejas de quien me quitó un juguete para, luego, seguir llorando alborotada. Pero no. Prefiero hacerme a un lado y el silencio.
Hoy fue diferente. Estuve andando de un lugar a otro, hasta hacerle huecos al piso de nuestra casa... con todo el amor contenido en un cubo rubik, totalmente desarmado. Intenté detenerme, pero también alimenté ese deseo de un abrazo salvavidas y una capa de invisibilidad ante el dolor casi imbécil que me embarga. Y me lancé en un acto que creí suicida. Fue la primera vez, que me viste dar mis manotazos de ahogada, papá. Sin más, me lanzaste el abrazo salvavidas con toda prisa y me rompí en un llanto descomunal. Claro, ese reflejo mío de apretarme los ojos con mis manos, siempre estuvo presente. Como si con eso yo pudiera evitar que veas la facilidad con la que mis ojos se enjuagan a causa de situaciones perdidas, por aquellas que no tengo mayor control.
Pobre tonta.
Tú ya estabas ahí, solo tenía que dejar que sigas cumpliendo tu papel de superhéroe en el campo de batalla en el que se ha convertido mi corazón estos días; mientras asimilo -a duras penas- aquello que no he querido: las chicas como yo, también pueden quebrarse como las hojas secas por el sol.

jueves, 28 de julio de 2016

Catarsis I

Son las 04:00 am y juego con mi pelo.
Me ha costado conciliar el sueño en estos días, quise escapar un poco de la ciudad. Lo hice, sola... hasta ahora no me lo creo. Regresé y estoy jugando con mi pelo una vez más, tratando de acariciar esta herida que yo he dejado sangrar. Sí, yo soplé la herida, le puse parches y la volví a oxigenar. En ese trajín entre poner y sacar los parches, vino de nuevo el que me causó la herida, la besó y volvió a sangrar.
Yo dejé que lo haga... otra vez.
Que no se culpe a nadie de esta herida.
En una situación como esta, mi único escape es escribir como condenada, como si a través de este ejercicio, yo pudiera alivianar la pena.
Aún me veo de lejos, poniendo mi entera fe en una persona. Aún me veo de lejos, con mi gesto de cautela, como si temiera ser herida por una palabra o algún gesto. Aún me veo de lejos, cómoda en una nueva familia. Aún me veo de lejos, acariciando una sonrisa. Aún me veo de lejos, sintiéndome bien amada. Pero ahora, todo es de lejos; mientras estoy acostada en esta cama, tratando de conciliar el sueño.Y son esas evocaciones, cuchillos en mi alma.
Yo, siendo una persona reservada con mi dolor, busco refugio en esta hoja en blanco que soporta mis lágrimas y mi furia. Yo, ante esta hoja en blanco no puedo mentir:
Me enamoré una segunda vez. Quise y luego amé. Todo es un proceso. Confié lo poco que tenía para dar, al que creí mi compañero en el camino. Y anhelé que mi ser amado, sea el amigo con el que no tuviera que avergonzarme de lo que era, de lo que soy y de lo que seré. Por mi propia decisión, decidí dejar de lado una parte de mi espíritu: mi danza. Resguardada por el escudo en el que se han convertido mis palabras, andaba de la mano de quien amo y yo me sentía protegía. Sin embargo, una serie de situaciones se presentaron. Mi desconfianza hacia su persona, su poca claridad en sus actos, su pasado en amores, me llevaron a mantener una mentira. Nada grave, pero una mentira al fin y al cabo.
Yo, bajo el yugo de la culpa, asumí las consecuencias... y las consecuencias me siguen sucediendo.
Ir y venir, ir y venir, ir y venir, ir y venir, ir y venir entre los dos... solo me ha ayudado a darme cuenta que las heridas cada vez se hacen más profundas. Donde antes estaba mi compañero protegiéndome, ahora solo veo a alguien atacándome. Donde antes estaba mi compañero gracioso, ahora solo veo a un chico burlón. Donde antes habitaba una sonrisa, ahora solo escucho quejas y una que otra mirada al vacío, como si su aburrimiento se extendiera por todo su cuerpo, mientras fuma el cigarrillo. Estas imágenes son, precisamente, cuchillos en mi alma.
Pudimos decirnos adiós.
Tengo treinta años, siempre me lo repito para recordar que debo guardar la compostura; pero mi hoja en blanco me lo perdona todo y me permite ser una mujer que ama y que llora al mismo tiempo, sin ánimo de tragedia... solo una mujer que ama y que llora sobre aquello que deseó y ahora, se encuentra ya camino hacia el olvido.



miércoles, 8 de junio de 2016

Orgasmo


"¿Me dejará la muerte
gritar 
como ahora?"


martes, 7 de junio de 2016

Horóscopo uno



La astrología dice que tú y yo no nos aburriremos.


miércoles, 1 de junio de 2016

2:40 am

Miércoles, 23 de septiembre de 2015.

Para empezar, ya es día de la primavera aquí afuera, el lugar que veo distante de mí.
En este año -como en años anteriores- han ocurrido situaciones placenteras y desastrosas; sin embargo, las desastrosas han adquirido mayor relevancia. Lo atestiguo yo.
Empezando por este vacío que nunca me abandona: mi espacio vacío y persistente.
No tuve que mudarme para darme cuenta de ello. Creo que mis relaciones hicieron que despertara y me diera cuenta de que ese espacio ya estaba allí: un espacio vacío durmiente.




Tal vez ha sido todo lo que he visto – como todo el mundo- pero hablo de mí, esta vez, ignorando el dolor del otro que me rodea.
Nada es fácil, ya lo sé; ¡pero qué jodido es intentar y no lograr!
Intentar arrancar esa parte contaminada carente de felicidad.
Intentar el olvido.
Intentar el desamor.
El silencio de esta habitación retumba –contrariamente- por las voces de cada recuerdo que, si bien es cierto, no las he vivido aquí, dentro de ella, me reclaman su derecho a permanecer dentro de mí. No quiero.

Aun no entiendo por qué el dolor cala más que una alegría. O, lo que es peor aún, por qué una alegría es capaz de dejar  tanto dolor.


domingo, 1 de mayo de 2016


Sales de la ducha.
Tienes aún tu piel humedecida. Yo -en el primer momento que veo tu figura deambulando de un lugar a otro frente al televisor- quisiera jactarme de que sea a causa de mis besos, pero no. 
Entonces, tus ojos no dejan de volcarse en eso que tanto has buscado entre las sábanas. Yo -en el segundo momento que veo tus brazos sacudiendo el aire- quisiera jactarme de que sea a causa de mi cuerpo entumecido que te ha esperado.
Pero una vez que tienes lo añorado entre tus manos, ríes con él; luego, dices "tengo hambre". Yo -en el tercer momento que veo aquellas palabras salir de tu boca acariciadas por tu lengua- quisiera jactarme de que es causa de mi serpenteante presencia.
Pero te levantas,y yo me cansé.
Esta vez, yo voy a tener el control sobre ti y todo lo tuyo... pero mucho más sobre mí y este corazón que te ama.